Todas las personas llevamos en el fondo algo de miedo o de ansiedad en nuestra vida. Cuando nos vemos enfrentados a desafíos, la ansiedad se eleva y aparecen síntomas como el aumento del ritmo del corazón, aumento de la presión arterial, sudoración, temblores etc…
Nuestros pensamientos crean un enlace con nuestras emociones y cuando tenemos pensamientos inconscientes como las preocupaciones, estos van acompañados de energía que alimenta la emoción del miedo y eso se siente en el estómago, luego esa sensación sube y va a nuestra mente, se genera un círculo vicioso.
Muchas veces tratamos de controlar o evitar la ansiedad para no sentirla y esto nos lleva luego a experimentar de nuevo miedo ante sensaciones normales de nuestro cuerpo y vuelve activarse la ansiedad alimentada por nuestros pensamientos temerosos.
Es normal tener ansiedad, porque cuando enfrentamos alguna situación de peligro, esta nos prepara para atacar o huir y nos salva la vida. El problema surge cuando reaccionamos en forma desproporcionada frente a una situación cotidiana.
El miedo es una emoción normal, es muy importante para la supervivencia humana, de esta forma si estuviéramos en la selva y un animal salvaje nos va atacar, la emoción del miedo que aparece en milésimas de segundo nos salva la vida y la ansiedad, es la reacción fisiológica que nos carga de energía para ejecutar mejor tal acción de atacar o huir.